El ITESO honra el legado de Carlos Manzo
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El ITESO honra el legado de Carlos Manzo
Alexander Zatyrka, SJ, rector de la universidad, celebró una misa en recuerdo del egresado de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Gestión Pública, en la que se recordó su trabajo en la vida púbica. También compartieron su testimonio dos excompañeros de aula de quien fuera presidente municipal de Uruapan, Michoacán.
Redacción ITESO
Hace unos años, no muchos, desde las mesas de un café en Plaza del Sol, Carlos Manzo y Miguel Arévalo soñaban con “conquistar el mundo y uno que otro corazón… o corazones”. Luego de la muerte de Manzo hace unos días, Miguel lo recuerda con la voz entrecortada: “Estoy orgulloso de haber sido tu amigo. Hoy todo México te llora”, dijo Arévalo antes de concluir la misa llevada a cabo en el ITESO, de donde ambos egresaron, Carlos de Ciencias Políticas y Gestión Pública y Miguel de Derecho. La celebración eucarística se realizó en recuerdo de Carlos Manzo, quien fuera presidente municipal de Uruapan, Michoacán, y que fue asesinado el pasado 1 de noviembre.
Alexander Zatyrka, SJ, rector del ITESO, presidió la misa, que fue concelebrada junto con José Martín del Campo, SJ, quien comenzó con una reflexión. “La muerte del hombre y de la mujer son una crisis que turba la identidad de Dios. Si Dios es un padre benevolente, que creó al hombre y a la mujer para la vida, entonces la muerte interpela la identidad de Dios y la respuesta es la resurrección, que no es sólo una esperanza personal, sino la confianza de que la utopía de la justicia y la verdad universales es un sueño posible que un día será realidad”.
Después, Zatyrka explicó que las antiguas comunidades cristianas distinguían dos tipos de vida: la terrenal, asociada al término bios, y la eterna, a la que se referían con la palabra zoé. “En la vida terrenal hay momentos que nos permiten apreciar la promesa de la vida definitiva en nuestra cotidianidad”, dijo el Rector, para luego proseguir con la misa, cuyas lecturas estuvieron centradas en el tema de la resurrección, primero con la Carta de Pablo a los corintios y después con el pasaje del Evangelio de Juan que narra el diálogo entre Jesús y Martha previo a la resurrección de Lázaro.
En su homilía, el Rector del ITESO comenzó retomando el mensaje de ambas lecturas diciendo que “lo que hace a una persona cristiana es el encuentro con el Resucitado. ‘Hemos visto al Señor’ fue un saludo entre los cristianos durante mucho tiempo, y no se refería a una aparición sino a vivir en el corazón la experiencia propia del milagro de la Resurrección”. Después se refirió al Amor —“así con mayúsculas”, dijo—, diciendo que no se trata de un concepto, sino de un estado, y dijo que para discernir, en los términos de la espiritualidad ignaciana, es necesario “vivir en ese Amor”. Ese discernimiento, añadió, permite distinguir entre lo que es verdaderamente importante y lo que corresponde a cada persona, dejando a un lado el ego, que se manifiesta en el ego. “El ego es miedoso porque no ha descubierto la zoé”, dijo retomando la idea que había expresado minutos antes al comenzar la misa.
Zatyrka mencionó que cuando se deja atrás el ego es posible ver la vida biológica como un paso más en el camino hacia la vida eterna, y entonces “es posible contribuir con los valores personales y con lo que sentimos en el corazón. Por lo que he podido seguir en estos días, Carlos Manzo experimentó eso en su vida”, dijo refiriéndose al político michoacano, quien no vivió “encerrado en un pequeño proyecto, ya que el encuentro con el Resucitado amplía el horizonte hasta la eternidad y permite hacer acciones valientes, como las que hizo Carlos, con el corazón tranquilo”. El Rector dijo que Carlos Manzo empezó a vivir con ese horizonte al frente, y que es precisamente ese “testimonio el que la nación está reconociendo en él”.
El Rector también dijo que es una oportunidad de preguntarse “qué puedo hacer yo, qué me corresponde para que ese horizonte de amor crezca en nuestra sociedad”, y dijo que Carlos Manzo es un referente “de congruencia, de llamar a las cosas por su nombre, de no transigir con las reglas del juego que han llevado al mundo, y al país, al lugar donde está ahora”.
Antes de concluir con la misa, se abrió un espacio para escuchar las palabras de Cristal Fernández y Miguel Arévalo, quienes compartieron aula con Carlos Manzo. En su turno, ella leyó un mensaje de Sara Morales, quien también fue compañera de Manzo y que en voz de Cristal expresó que la pérdida de Carlos Manzo deja un vacío, al tiempo que recordó su sentido de justicia, de verdad y el coraje “para alzar la vos por lo que él consideraba correcto”. Sobre el paso de Carlos por el ITESO, recordó su alegría, buen ánimo y sonrisa. Dijo que ya desde entonces a veces usaba su sombrero —que se ha convertido en un símbolo— y mencionó que “Carlos Manzo nació para ser líder, luchador social y político. Cuando se le preguntaba por qué había escogido Ciencias Políticas respondía sin titubear que porque quería ser presidente de la República. No lo dudo que así habría sido”, expresó Morales en voz de Fernández, y añadió que el michoacano “fue un político de verdad, fiel a sus ideales, a sus valores, apasionado de las causas justas, con apego a la ley con sentido ético”. Y dirigiéndose a Manzo, agregó: “Carlos, desde donde estés seguro estás viendo lo que provocaste. Tu liderazgo seguirá vivo, tu muerte no será en vano”.
En su intervención, Miguel Arévalo recordó al amigo que fue Carlos. Citó el dicho que reza que los verdaderos amigos se cuentan con la palma de una mano y dijo que “Carlitos fue uno de ellos”. Igual que el mensaje de Sara Morales, Arévalo se dirigió a su amigo para decirle “te fuiste de pie, como un guerrero” y recordó que Manzo siempre tuvo “la firme convicción de que era posible un México mejor”. Por eso, dijo, “tu legado jamás se detendrá”. Recordó las tardes en plaza del Sol y, siempre dirigiéndose a Manzo, compartió su “orgullo por haber sido tu amigo, hoy todo México te llora”. Para concluir su mensaje y la misa, expresó que “el país es un desastre, pero jamás te echaste para atrás. Te envidio por ello. Estoy seguro de que habría sido el mejor presidente de México. Gracias por tu amistad. Te quiero mucho, Carlitos”.
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